viernes, 15 de junio de 2012

La inmoralidad no debe prevalecer

El estado calamitoso de muchas de las principales carreteras del país plantea todo un desafío a las autoridades del Gobierno porque en los últimos inviernos la destrucción ha sido severa y generalizada, al punto de que por los cuatro costados del país el tránsito se ha vuelto un calvario porque no solo resulta tortuoso y sujeto a riesgos, sino que también afloran agravantes como el tiempo empleado en construir o reparar determinados trayectos, por no mencionar la calidad de obras de reciente factura, muchas de las cuales están en pedazos, pese a que fueron inauguradas con bombos y platillos.

Pero no se trata solo de enfrentar el reto de levantar de nuevo kilómetros de asfalto y concreto, sino de garantizar la calidad de los materiales y los protocolos de calidad con responsabilidad, prontitud y transparencia ya que la obra vial en este país ha sido una de las principales fuentes de corrupción. La prueba más triste de esta aseveración es que prácticamente con cada invierno se deben rehacer grandes tramos viales, construidos a un costo que a menudo duplica el precio de obras similares en otros países.
El problema no es nuevo y los vicios se mantienen antes y después de la era democrática y con las subsiguientes administraciones tampoco ha sido la excepción. Baste recordar la dependencia Desarrollo de Autopistas de Guatemala, creada en la década de 1970, la cual sin haber construido un kilómetro de asfalto, heredó una cuantiosa deuda que debió ser reconocida por el Estado.
El país podría tener un sistema vial altamente competitivo si tan solo los encargados de esta infraestructura cumplieran con parámetros internacionales y dejaran de inflar costos a través de comisiones para intermediarios y regateo de materiales. Desgraciadamente, esa cultura ha prevalecido, debido a los compadrazgos y a los inmorales afanes de enriquecimiento de funcionarios.
Este actual gobierno ha iniciado con mucha dinámica varios proyectos, entre ellos la reconstrucción de la red vial, pero es importante que demuestre su compromiso con la probidad y el responsable manejo de recursos, pues de lo contrario en pocos años estaría a la vista una nueva estafa y no se puede seguir financiando el saqueo del erario.
Apenas el pasado lunes Prensa Libre hacía un rápido recuento de muchos de los tramos que se encuentran en condiciones deplorables en toda la República. Entre ellos sobresalían los constantes derrumbes que se produjeron en el 2011 en la ruta Interamericana, en los que se evidenciaba la negligencia en la ejecución de dichos tramos y la poca importancia que el régimen anterior dio a la infraestructura vial, incluso en regiones donde se promocionaba la imagen de ser un gobierno afín a los sectores necesitados y rurales.
El beneficio de la duda juega, en los primeros meses de cada gobierno, a favor de las autoridades, pero se debe superar todo vestigio de negligencia. Si el predecesor dejó los caminos en abandono, esto se notará cuando el sucesor empiece a crear una herencia vial de alta calidad que rendirá mucho más réditos que los gastados discursos electoreros de supuestos logros al final de cada administración.

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